Extracto para divulgación científica en base a la nota metodológica “Midiendo religión en encuestas de Latinoamérica” de Alejandro Díaz‐Domínguez publicado en Perspectivas desde el Barómetro de las Américas: 2009 (Num. 29) http://tinyurl.com/yffu78y
La capacidad para distinguir entre la afiliación religiosa de los entrevistados es un prerrequisito clave de los censos para estudiar entre otros, los efectos de las tradiciones religiosas en el desarrollo económico, las preferencias políticas de los grupos involucrados, el apoyo a la democracia y las necesidades de apoyo a la población en sus necesidades espirituales. Aunque el impacto de la religión en varias esferas de la vida humana ha sido largamente estudiado, la medición de denominaciones religiosas a nivel individual es aún problemática.
Muchos investigadores afirman que la explicación principal de que esta medición se realiza poco o nada es que los especialistas en religión frecuentemente han fallado en vincular su trabajo con teorías políticas en contextos más amplios y frecuentemente no trabajan con datos de calidad. Si consideramos a la religión como un fenómeno multifacético que incluye creer, actuar y pertenecer, entonces, las mediciones de afiliaciones religiosas deberían captar el concepto ”pertenecer”, que se refiere al sentido de pertenencia religiosa e identificación con un grupo por parte de cada individuo. Dado que el concepto de grupo social es importante para los censos, se justifica de este modo clasificar denominaciones religiosas con la mayor precisión posible.
Todos coincidimos en que la fuente inicial de datos por excelencia son los censos nacionales. Sin embargo, muchos censos nacionales no incluyen la pregunta: “¿Cuál es su religión?”. Así la necesidad de medir la religión se ha intentado resolver por medio del cuestionario del denominado “Barómetro de las Américas” que se aplicó para su ronda 2008 y que incluye una lista comprehensiva de afiliaciones agrupadas por criterios, interpretativos de la diferentes confesiones y estadísticos.
Esta clasificación, ya en su versión 2010, tiene varias ventajas. Por ejemplo, permite analizar las diferentes relaciones entre Mormones y Testigos de Jehová con el apoyo a la democracia, o el apoyo a políticas públicas propiamente tal. También existe la oportunidad de incrementar la precisión en la categoría Mormones y Testigos de Jehová, ya que Belice, Chile, Jamaica y Perú exceden el umbral de 2% en su población. Además, los datos permitirán estudiar específicas interacciones entre católicos, protestantes y evangélicos en términos de decisiones de voto, tal como la llamada “amenaza religiosa” en los Estados Unidos.
En síntesis, con mayor calidad y precisión en los datos respecto a las denominaciones religiosas en el Barómetro de las Américas 2010, se podrá obtener un conocimiento más detallado en este aspecto aún no muy explorado en la región y conocer su relación con variables clave como la democracia y otras facetas en los cambios políticos y el desarrollo económico, entre tantos otros tópicos.
Muchos investigadores afirman que la explicación principal de que esta medición se realiza poco o nada es que los especialistas en religión frecuentemente han fallado en vincular su trabajo con teorías políticas en contextos más amplios y frecuentemente no trabajan con datos de calidad. Si consideramos a la religión como un fenómeno multifacético que incluye creer, actuar y pertenecer, entonces, las mediciones de afiliaciones religiosas deberían captar el concepto ”pertenecer”, que se refiere al sentido de pertenencia religiosa e identificación con un grupo por parte de cada individuo. Dado que el concepto de grupo social es importante para los censos, se justifica de este modo clasificar denominaciones religiosas con la mayor precisión posible.
Todos coincidimos en que la fuente inicial de datos por excelencia son los censos nacionales. Sin embargo, muchos censos nacionales no incluyen la pregunta: “¿Cuál es su religión?”. Así la necesidad de medir la religión se ha intentado resolver por medio del cuestionario del denominado “Barómetro de las Américas” que se aplicó para su ronda 2008 y que incluye una lista comprehensiva de afiliaciones agrupadas por criterios, interpretativos de la diferentes confesiones y estadísticos.
Esta clasificación, ya en su versión 2010, tiene varias ventajas. Por ejemplo, permite analizar las diferentes relaciones entre Mormones y Testigos de Jehová con el apoyo a la democracia, o el apoyo a políticas públicas propiamente tal. También existe la oportunidad de incrementar la precisión en la categoría Mormones y Testigos de Jehová, ya que Belice, Chile, Jamaica y Perú exceden el umbral de 2% en su población. Además, los datos permitirán estudiar específicas interacciones entre católicos, protestantes y evangélicos en términos de decisiones de voto, tal como la llamada “amenaza religiosa” en los Estados Unidos.
En síntesis, con mayor calidad y precisión en los datos respecto a las denominaciones religiosas en el Barómetro de las Américas 2010, se podrá obtener un conocimiento más detallado en este aspecto aún no muy explorado en la región y conocer su relación con variables clave como la democracia y otras facetas en los cambios políticos y el desarrollo económico, entre tantos otros tópicos.
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