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Actualmente es posible acceder de manera gratuita a información geográfica abundante en muchas aplicaciones en línea, a través de muy buenas soluciones. Desde proyectos globales con gran difusión como Google Maps o Bing hasta otros más técnicos y especializados como Arcgis.com y OpenStreetMap, los internautas se sienten a sus anchas a la hora de conocer y actualizar recónditos lugares en el mundo. A pesar de ello, estas páginas web solo permiten la visualización de la información, no la operación de los datos, además de enfrentar una fuerte limitación sobre la calidad y cantidad de la información utilizable.
Actualmente es posible acceder de manera gratuita a información geográfica abundante en muchas aplicaciones en línea, a través de muy buenas soluciones. Desde proyectos globales con gran difusión como Google Maps o Bing hasta otros más técnicos y especializados como Arcgis.com y OpenStreetMap, los internautas se sienten a sus anchas a la hora de conocer y actualizar recónditos lugares en el mundo. A pesar de ello, estas páginas web solo permiten la visualización de la información, no la operación de los datos, además de enfrentar una fuerte limitación sobre la calidad y cantidad de la información utilizable.
La información que disponen estos sistemas sobre el geoide, también llamada geo – información, no se obtiene de un simple mapa como los que cuelgan en las aulas escolares. Los mapas disponibles en línea son resultado de muchos ingredientes: imágenes satelitales digitales superpuestas, procesamientos, escaneos de otros mapas y sobretodo la consulta a geógrafos y simples ciudadanos locales que proveen información que no se conoce desde un satélite o una foto aérea.
Google Map Maker es una solución que apela a los “neo geógrafos”; internautas y voluntarios locales, para que colaboren enriqueciendo mapas en línea. Se trata de un servicio lanzado por Google en junio de 2008 para cubrir algunas regiones del orbe en las que los datos geográficos son difíciles de conseguir. Dado que los datos y composiciones de sus mapas suponen derechos de autor, Google debió “liberar” sus Google Maps para apelar a comunidades de geógrafos o simples ciudadanos de a pie para determinados territorios. El objetivo del proyecto es disponer de una cantidad mayor de datos de buena calidad para ser publicados y utilizados en el servicio.
Sus ventajas son bastante importantes, considerando que la iniciativa puede ayudar a la gestión de gobiernos que poseen muy pocos o ningún recurso para la planeación de servicios públicos básicos como la provisión de agua, la seguridad local o la construcción de escuelas o dispensarios sanitarios básicos. También fomenta la empresa privada que puede planificar recorridos logísticos, por ejemplo, la ubicación de una tienda o la construcción de un edificio. Finalmente la aplicación es de gran utilidad para ciudadanos a los que se les permite conocer mejor su territorio y para turistas que se benefician con información sobre ubicaciones que no se conocerían de otra manera. Sin contar, claro, el invaluable aporte que esto significa para organizaciones no gubernamentales, investigadores y tantos internautas. Todo un proyecto de altruismo aplicado.
A diferencia de OpenStreetMap, un proyecto similar que permite la colaboración cartográfica y otorga licencias sobre los datos, Google requiere a quienes colaboran en sus proyectos detallando cartografía conceder una "... una licencia perpetua, irrevocable, mundial, libre de regalías y no exclusiva para reproducir, adaptar, modificar, traducir, publicar, (…), distribuir y crear trabajos derivados de la presentación de usuario". Paradójicamente se exige un formulario para solicitar descargas de datos aunque no se permite el acceso operativo a usuarios para programar sus propios mapas con los datos generados.
A tanto llega la fama del Map Maker que el Banco Mundial aprobó hace menos de un mes una asociación con Google para que sus datos estén accesibles a todas las organizaciones gubernamentales en situaciones de desastre, además de disponerlas para muchas agencias de Naciones Unidas. Esta sociedad busca incluir datos generados por el esfuerzo de usuarios en todo el mundo sobre ubicaciones de objetos geográficos claves en las emergencias como hospitales y fuentes de agua o carreteras secundarias.
Este loable esfuerzo de la mancomunidad global plantea sin embargo algunos interrogantes perturbadores: ¿Quién posee los derechos sobre estos mapas generados por tanta gente desinteresada en localizaciones claves? ¿Qué pasa sin algunos de esos neo geógrafos colocan información incorrecta? ¿Hay alguna institución independiente que pueda modificar aquellos datos que induzcan a error? Y otras preguntas más.
Sin dudas se trata de un gigantesco paso en la historia de la tecnología al servicio de la humanidad. Sin embargo, como todo avance de gran impacto, necesita de una buena batería de controles cruzados y equilibrados para su gobernanza.
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