El concepto de ciudad inteligente
no es nuevo, y viene desarrollándose desde 1976 cuando el término fuera acuñado
por la economista Bárbara Ward, quién las concibió como el “hogar del hombre”. Desde
siempre, para desarrollar metrópolis innovadoras, el papel de líderes visionarios
en gobiernos locales ha sido decisivo. Si bien el liderazgo oficial no es
suficiente, la acción privada lo completa: el segundo jugador en importancia de
este esquema está representado por las empresas. Así, operaciones de gran
escala pueden implementarse en asociación con el sector privado para beneficio
de muchos ciudadanos.
Por ejemplo, Singapur ha
implementado agresivamente cobros al tránsito para paliar la congestión vehicular
además de hacer importantes inversiones en sensores instalados en sus
carreteras, implementando semáforos por fases y planificando el uso de los
estacionamientos públicos con tecnologías de información. Otras ciudades están
desarrollando su sistema de transporte público local basadas en el uso de
vehículos eléctricos. Entre ellas, Barcelona tiene 500 taxis híbridos en las
calles, así como casi 300 vehículos eléctricos públicos y un estimado 400
coches eléctricos privados.
Roles y estrategias
Las innovaciones que suponen las
ciudades inteligentes requieren no sólo un papel por parte de gobiernos y
empresas privadas sino también por parte del público, que si es consultado proporciona
voluntariamente datos muy valiosos y conocimiento local de manera regular. Las
tecnologías que organizan las visiones de los ciudadanos son generalmente llamadas
de " civic tech ", que se apoyan en las tecnologías de la información
pero que sobretodo catalizan el compromiso y la participación del público para recolectar
datos, dar información y elaborar percepciones. Sin embargo, la importancia de
la sociedad civil en esas iniciativas no es tan visible como el de los otros dos
miembros restantes del esquema.
El diagrama de venn de la economía social |
Quizás esto sea porque la visión
del éxito de una ciudad inteligente se ha limitado a roles y estrategias de
medio plazo, perdiendo de vista su sustentabilidad en el futuro. En efecto, si
la innovación viene desde arriba (gobierno y corporaciones) y ésta no es
apropiada por las bases, el costo de la inversión puede ser muy alto y los
resultados escurrirse en la base ciudadana. Si a esa estrategia se agrega un
enfoque desde abajo hacia arriba, especialmente en la recolección y monitoreo de
los datos, el crecimiento de las ciudades puede ser menos costoso y aún más
efectivo.
En efecto, para que las ciudades
lleguen a ser inteligentes es vital que los datos recoletados puedan
movilizarse y compartirse libremente, en el momento en el que se necesiten por
todos los actores. Existen soluciones que permiten almacenar y gestionar la
información de forma fácil y segura, a través de dispositivos conectados de
todo tipo, tanto en soportes internos como externos. Se trata de plataformas
que hacen un tratamiento integral de los datos, incluyendo su recolección,
almacenamiento, análisis, transporte y archivado.
Dada la lógica de desarrollo territorial
de las ciudades, este es el caso de muchas iniciativas de mapeo basadas en
desarrollos libres y datos abiertos disponibles desde la base de la sociedad
civil, que proponen un modelo más equilibrado e inclusivo.
El caso de Openstreetmap
Una comunidad de la sociedad
civil que mapea activamente datos en ciudades inteligentes es la de
Openstreetmap http://www.openstreetmap.org (OSM), llamada también la Wikipedia
de los mapas. El concepto de Smart City no es nuevo para esta comunidad global,
que es ya respaldada por 3, 7 millones de usuarios.
TriMet usa una interfase con datos de Openstreetmap |
Por ejemplo, en la ciudad de Portland, TriMet, la entidad pública de servicios de transporte, es asistida por esa comunidad localmente mediante la visualización de planes de transporte multimodal basados en la plataforma OSM. Los funcionarios públicos que administran la red se han comprometido a su vez a apoyar a la comunidad local de OSM, al tiempo que liberan y abren sus datos gubernamentales al público como retribución. En otro contexto, la comunidad OSM de la ciudad de Managua en Nicaragua, mapeó y publicó el caótico sistema de transporte urbano en cada uno de los paraderos oficiales. Esta plataforma civic tech también se ha usado para mapear servicios públicos existentes en el barrio bajo de La “Villa 31” de Buenos Aires en Argentina.
La agencia estadística nacional
de Canadá también ha atestiguado el poder de la sociedad civil en las ciudades
y quiere confirmar si el mapeo con ciudadanos puede ser utilizado como una
herramienta complementaria en la recolección de datos. La oficina está probando
el uso de crowdsourcing urbano con un enfoque desde abajo hacia arriba en un experimento
que busca mapear edificios de Ottawa. Para ello ha diseñado especialmente un Editor
de ID en OSM que permite a cualquier ciudadano editar los atributos de un
edificio asignado en una capa o bien crear un nuevo punto o área.
Ideas para el futuro
Un interesante espacio para las
asociaciones público / civiles está abriéndose en el contexto de las ciudades
inteligentes a través de las comunidades de tecnología cívica. Debido a ello, el
sector privado y los intereses públicos involucrados en los planes de una
ciudad inteligente deberían comenzar a considerar seriamente un papel más
activo de las bases de la sociedad en sus proyectos. Además, un plan de ciudad
inteligente debería incluir los enfoques desde arriba hacia abajo si éste
supone asegurar un desarrollo sostenible, un liderazgo vibrante y un
planteamiento más inclusivo. Si bien es complicado asegurarse que una ciudad
inteligente efectivamente incluya recursos generados en la sociedad civil y sus
actores de base, es mandatorio incluir la participación civil tecnológica para construir
ciudades que miren al futuro. Ésta es una tendencia que se va demostrar
irreversible en tanto se necesiten datos para hacer funcionar una ciudad,
inteligente o no tanto.
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